BENITO PÉREZ GALDÓS: 100 AÑOS SIN EL AUTOR DE LOS «EPISODIOS NACIONALES»

Benito Pérez Galdós (1843-1820)

El canario más madrileño

Aunque Benito Pérez Galdós está irremediablemente unido a la ciudad de Madrid, cuya imagen en el siglo XIX inmortalizó en sus obras, él era canario, y no perdía la ocasión de recordarlo siempre que le preguntaban por su origen.

Fue periodista, novelista, autor de teatro e incluso tuvo una faceta de político. Su obra es de enorme extensión y de gran importancia. Se le considera el más grande novelista en lengua castellana después de Cervantes, y fue candidato al Nobel de literatura. Aunque tocó diversos géneros, se le considera el máximo exponente de la novela realista en español.

Los orígenes de Galdós

Las Palmas de Gran Canaria en el siglo XIX

Benito Pérez Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria (España) el 10 de mayo de 1843. Fue el décimo hijo de Sebastián Pérez Macías, coronel del ejército que había luchado en la Guerra de la Independencia, y de Dolores Galdós Medina.

De niño su padre solía contarle historias relacionadas con su participación en la Guerra de la Independencia, lo que le aficionó a los relatos históricos.

Estudió en el Colegio de San Agustín de Las Palmas, cuyas enseñanzas eran progresistas para la época, graduándose posteriormente en Artes en el Instituto de La laguna (Tenerife) en 1862. Por aquella época ya había comenzado a colaborar en la prensa local con poesías satíricas, ensayos o cuentos. También destacó por su habilidad para el dibujo.

Su familia decidió enviarle a Madrid para estudiar derecho, adónde llegó en septiembre de 1862.

En la universidad tuvo ocasión de conocer al fundador de la Institución Libre de Enseñanza Giner de Los Ríos. Éste le hizo interesarse por la filosofía krausista, y le animó a escribir.

Solía participar en la Tertulia Canaria, con otros paisanos suyos, y le gustaba acudir al Ateneo, dónde tuvo ocasión de conocer al autor Leopoldo Alas «Clarín» con el que mantendría una estrecha amistad.

No fue buen estudiante, prefiriendo saltarse las clases para vagar por las calles de Madrid observando y tomando buena nota de la bulliciosa vida de la ciudad. También le gustaba ir al teatro y frecuentar los cafés.

Alrededor de 1865, empezó a escribir como redactor meritorio en los periódicos La Nación y El Debate así como en La Revista del Movimiento Intelectual de Europa. Ya como periodista asistió a la sublevación de sargentos del cuartel de San Gil en junio de 1865.

Fue corresponsal en París, y de allí trajo las obras de Balzac y Dickens, al que tradujo a partir del francés. Con toda esta actividad, tenía completamente desatendidos sus estudios de derecho, y la universidad acabó por anular su matrícula en 1868.

Su labor como periodista le permitió asistir a momentos muy señalados de la historia de España, como la entrada de los generales Serrano y Prim aquel mismo 1868, tras la expulsión de la reina Isabel II.

Las primeras obras literarias de Galdós

La Fontana de Oro (1870)

En 1870, publicó La Fontana de Oro primera novela cuya acción transcurre durante el Trienio Constitucional (1820-1823), y en la cual ya se atisba el género histórico que desarrollaría más adelante en Los Episodios Nacionales.

La Sombra (1871) apareció por entregas desde noviembre de 1870 en la Revista de España que él mismo dirigirá entre 1872 y 1873.

Fue por aquellos años cuando estando de veraneo en Santander, conoció al novelista José María de Pereda. También fue a partir de 1873 cuando comenzó la publicación de su magna obra Los Episodios Nacionales.

La Historia de España vista por Pérez Galdós: Los Episodios Nacionales (1872-1912)

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«Episodios Nacionales» Benito Pérez Galdós

Se trata de una colección de 46 obras divididas en 5 series, en las que el autor narra los principales acontecimientos de la historia de España a lo largo del siglo XIX, desde la Batalla de Trafalgar (1805) hasta la Restauración Borbónica (1885).

La narración, que mezcla personajes reales con otros de ficción sitúa a Galdós como un destacado exponente de la novela histórica, sobre todo en las primeras series que se sitúan en una época anterior al nacimiento del autor.

Cada serie consta de 10 volúmenes, excepto la última que el autor dejó inconclusa, y que sólo tiene 6.

Pérez Galdós, el mejor cronista de la vida cotidiana

Don Benito vivió en Madrid primero con dos de sus hermanas, y más tarde, en casa de su sobrino José Hurtado de Mendoza.

Era muy madrugador, y cada mañana, escribía hasta más o menos las 10, para lanzarse luego a recorrer las calles. En su constante deambular, prestaba especial arención a cualquier conversación que pudiera escuchar, lo que se refleja en la riqueza de los diálogos de sus obras.

Las tardes las dedicaba a leer tanto en español como en francés y en inglés. Salía otra vez de paseo o asistía a algún concierto, ya que era muy aficionado a la música. Este régimen de vida le permitía confeccionar unas 300 páginas por trimestre.

Siempre fue aficionado a las tertulias, y asistía sobre todo al Ateneo. En ellas conoció y alternó con políticos de todas las tendencias como Menéndez Pelayo, Cánovas del Castillo o Francisco Silvela.

A partir de 1872, pasaba los veranos en Santander. La ciudad a orillas del Cantábrico le gustó tanto que compró una finca en El Sardinero

Las novelas españolas contemporáneas (1881-1889)

Galdós no era ajeno a las corrientes literarias del momento, y así se introdujo en el naturalismo publicando en 1881 La Desheredada novela con la que inició una nueva fase en su escritura.

La obra cumbre de esta etapa, considerada como una de las más importantes de la literatura española, sólo detrás de El Quijote, es Fortunata y Jacinta, publicada en cuatro volúmenes entre enero y junio de 1887. 

Fortunata y Jacinta (1887)

Situada en el Madrid de la segunda mitad de dicho siglo XIX, relata las vidas cruzadas de dos mujeres de distinta extracción social unidas por un destino trágico.

Fortunata y Jacinta, universal y castiza a la vez, ha sido considerada por los galdosistas como la novela que mejor describe y define el «Madrid galdosiano».​ Así lo han referido desde Leopoldo Alas «Clarín», contemporáneo de Galdós, a Pedro Ortiz-Armengol, su más completo y desapasionado biógrafo.​ El retrato literario que el escritor canario hace de la ciudad y sus gentes es comparable al pictórico que un siglo antes hiciera Francisco de Goya.

La carrera política de Galdós

Entre sus muchos conocidos se encontraba el político Sagasta del Partido Liberal con el que mantenía una relación de amistad. De su mano, en 1886,Galdós ingresó en el Congreso como diputado por Guayana (Puerto Rico). La obligatoria asistencia a las sesiones parlamentarias le serviría nuevamente para observar con agudeza y reflejar luego en sus obras la sociedad española de la época.

En 1910, se presentaría a las elecciones generales como líder de la Conjunción Republicano-Socialista.

A partir de 1891, abandonó el naturalismo para emprender una etapa más «espiritualista» en sus novelas. De esta etapa son entre otras: Tristana (1892), Nazarín (1895) o El Abuelo (1897).

Galdós tuvo también una carrera como autor teatral con bastante éxito en obras como La de San Quintín (1894) o Electra (1901). Pero como este blog se centra en la novela, no me extenderé más en esta faceta del autor.

Por sus inclinaciones políticas, Galdós tuvo siempre una dura oposición en las áreas más conservadoras del país. Por ello, no fue hasta el 7 de febrero de 1897, que logró ingresar en la Real Academia Española. 

Los últimos años de don Benito Pérez Galdós

Galdós permaneció soltero toda su vida, aunque hay constancia de que tuvo al menos una hija: María Galdós Cobián, nacida en 1891. 

Emilia Pardo Bazán (1851-1921)

​De sus relaciones sentimentales destaca la que mantuvo con la también novelista Emilia Pardo Bazán.

En sus últimos años, se centró más en su carrera como dramaturgo y en la política. Sufrió problemas de salud, como la progresiva pérdida de la visión, y se vio asediado por los problemas económicos debido a su tendencia a endeudarse demasiado.

Llegó a ser propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912 pero su radical anticlericalismo​ provocó que fuera asediado y boicoteado con éxito por los sectores más conservadores de la sociedad española representados en el catolicismo tradicionalista,​ que no reconocían su valor intelectual y literario.

El 20 de enero de 1919 se descubrió en el parque del Retiro de Madrid una escultura erigida por suscripción pública. Ya ciego, Galdós pidió ser alzado para tocar la escultura, y lloró emocionado ante la fidelidad de la estatua.

Al año siguiente, moría en su casa madrileña, el 4 de enero. El día del entierro, 30.000 personas acompañaron el ataúd hasta el cementerio de La Almudena.

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